domingo, 7 de diciembre de 2014

CARTEL II



Os pondré en situación:

La foto es de una casa residencial.
De las de antes, y de las de siempre. Familia unida. Siempre con buenas sonrisas para sus vecinos, y coches buenos con asientos de cuero que te escurres cuando te sientas.

La calle residencial.
Árboles podados equidistantes unos de otros, dispuestos en hilera en la acera, contenedores que no cobran protagonismo. Todo con un sin fín de detalles arquitectónicos solamente para que el transeúnte no feudal quede maravillado.
Pero este cartel puesto en el porche de una de las casas, es la espina de pescado que me hizo pararme y enfocar:



“Prohibido fumar”



Recomendación tajante. Que me induce inmediatamente a hacerme una idea del contenido de esa casa:

La familia está hasta tal punto de civilizada, tan concienciada con el mundo que le rodea, que las convecciones del G8 les parecen una reunión de tuppersex.
Esta familia es el orgullo del barrio. Son un reflejo de la perfección humana en convivencia.
Y el claro ejemplo es el cartel social a la entrada de su hogar en pro de una mejor salud, no propiamente para la suya, sino para todo aquel que recorra su barrio pueda mejorar en sus malos hábitos.

Los adoro y realmente quiero aportar. Necesito aportar. Brindarles otras posibilidades, otras formas de ayudar al prójimo. Esto va por vosotros:




 “Prohibido robar”



 “Prohibido prohibir”

sábado, 8 de noviembre de 2014

CARTEL



Cotidiano cartel de los vagabundos de España.

lunes, 20 de octubre de 2014

TODO SIGUE EN PIE

Ayer me hice una resonancia magnética, evento que podría pasar inadvertido, rutinario, al fin y al cabo aburrido. A menos que por un solo comentario de una persona mayor, haga meritoria su descripción.

El principal ser humano que me atendió, tenía esa voz nasal-yonqui tan característica de Nacho Guerreros en la serie “la que se avecina”. Al entrar sinceramente me esperaba que los especialistas en diagnostico por imagen fuesen más ordenados, pero yo iba a lo que iba. Seguí las indicaciones para ir a los vestuarios a cambiarme y fue donde me crucé con el abuelo en cuestión que me espetó:

- No te preocupes, todo sigue en pie

No lo entendí. Tampoco le presté mucha atención porque iba vestido con esas batas de hospital azul trasparente que te dejan el culo al aire. Eso sí me hizo gracia, sobre todo cuando me obligaron a desnudarme y ponerme una igual.

Los preparativos para hacerse una resonancia se basan en tumbarte en una camilla, te posicionan, y te atan con unas cuerdas con velcro desde las piernas hasta el cuello. Te suelen decir algo como: “no te preocupes esto es para que no te muevas y salga bien” Además te ponen unos cascos para los oídos con la intención de mitigar el ruido ensordecedor del aparato.
Esa camilla con el paciente sujeto se introduce en un tubo que es realmente estrecho. Yo sabiendo que llevaba el trasero al aire y estaba maniatado, cerré los ojos pensando que nada podía ir a peor. Pero estaba equivocado.

Una vez que me introdujeron en el sarcófago, noté como el tipo empezó abrirme mi puño cerrado y me depositó un botón rojo. Intuí que sería para finalizar la prueba en caso de claustrofobia, pero me había obligado a abrir los ojos. Desde mi nariz no había ni dos dedos de separación con el interior del aparato, escasamente limpio porque estaba repleta de sangre. Gotas, refregones y por lo que intuí un golpe frontal.

Treinta minutos de prueba con los pies y el culo frío, unos ojos como platos, y una imaginación sin descanso intentado intuir qué barbarie habría ocurrido ahí dentro.
Pensé que habrá sido igual con todos los demás que vinieron detrás, por lo que al salir no le dije nada al doble de “Coque” y me fui a los vestuarios donde me crucé la mirada con el siguiente paciente; Un hombre de cuarenta años, bastante ridículo vestido con la bata. Solamente se me ocurrió decirle:

- No te preocupes, todo sigue en pie.

martes, 20 de mayo de 2014

UN PUEBLO



En mi refractario vaivén, he acabado por vivir en un pueblo de menos de mil habitantes. Vivencia enriquecedora y a la vez experiencia totalmente nueva. Bueno no tan nueva.

Esta siendo más una experiencia antigua. Porque estoy viviendo como se vivía hace muchos años. Y aunque no sepa cómo se explica; en mis genes existe información dada por mis familiares, que en algún momento de mi árbol genealógico vivieron como estoy viviendo. Más o menos es recordar una experiencia.

De entre las muchas cosas que pueden ocurrir en los pueblos y no ocurren, me quedo con cómo habla la gente y de cómo se informa. No existe pilar más inamovible o verdad más absoluta, que los refranes. Los refranes son Dios.
Aunque vengas aquí con tu Ipad mini air challenge con conexión directa al sol, te darás cuenta que los refranes son más. Es la misma voz de Jesucristo hecho sabiduría popular.
No vengo a joder la marrana, ni a contradecirlos. Quiero aportar mejoras. Como el tipo que en su momento teniendo un coche normal, se le ocurre ponerle un alerón. Fue visionario. Esto solo es el alerón que le faltaba a los refranes:


“Perro ladrador, poco mordedor” Sé a ciencia experimental de que está equivocado.
Por ello mejoramos: “Perro ladrador poco mordedor, siempre que tenga un bozal en su buzón”


“A caballo regalado no le mires el dentado” Viene a decirnos que a lo regalado no le pongas pegas. Un Refrán embarazoso cuanto menos.
Por ello mejoramos: “A caballo regalado no le mires el dentado, pide el ticket y sonríe desgraciado”


“Cuando uno no quiere dos no se pelean” Erradísimo.
Mejoramos: “Cuando uno no quiere dos no se pelean, a menos que sea tu novia con la regla”


Seguiré desnivelando el saber popular.

martes, 6 de mayo de 2014

GPS



Voy a escribir sobre máquinas creadas por el diablo.

Para el que haya tenido la suerte de no saber que son; el GPS es un aparato que te localiza y te indica con voz de Satán por donde tienes que ir para llegar a tu destino.

¿Exagerado?

A mí el GPS me ha intentado asesinar.
Así es.
Os lo cuento:

Iba yo en coche, y activé mi GPS para probarlo. Al inicio, y como buen psicópata, todo iba bien. Hasta que le contradije en varias ocasiones, no le sentaría nada bien y tras media hora, la voz del aparato me indicó que girara a la izquierda. A mi izquierda lo único que había era un quitamiedo que limitaba la carretera con un terraplén de piedra caliza que ni la vista me alcanzaba a ver el fondo. Con miedo, pero conocedor de lo que intentaba, gire a la derecha. A lo que solamente pudo decir: “Gire a la izquierda en cuanto sea posible sin cometer ninguna infracción”

La voz de una Psicópata asesina.

Y ahora vienen los nuevos GPS. Con voces de personajes famosos o, para mí el sumun de la maldad, poder grabar tu propia voz. Consiguiendo que si no te tiras por el precipicio por las indicaciones, acabes tan asqueado de tu voz, que decidas acabar con tu propia vida.

Desde aquí os animo a seguir viviendo, y disfrutar de los pocos inconvenientes de un mapa de carreteras, donde viene claramente la diferencia entre terraplén y calzada.