En mi refractario vaivén, he acabado por vivir en un pueblo de
menos de mil habitantes. Vivencia enriquecedora y a la vez experiencia
totalmente nueva. Bueno no tan nueva.
Esta siendo más una experiencia antigua. Porque estoy viviendo
como se vivía hace muchos años. Y aunque no sepa cómo se explica; en mis genes
existe información dada por mis familiares, que en algún momento de mi árbol genealógico
vivieron como estoy viviendo. Más o menos es recordar una experiencia.
De entre las muchas cosas que pueden ocurrir en los pueblos y no
ocurren, me quedo con cómo habla la gente y de cómo se informa. No existe pilar
más inamovible o verdad más absoluta, que los refranes. Los refranes son Dios.
Aunque vengas aquí con tu Ipad mini air challenge con conexión
directa al sol, te darás cuenta que los refranes son más. Es la misma voz de
Jesucristo hecho sabiduría popular.
No vengo a joder la marrana, ni a contradecirlos. Quiero aportar
mejoras. Como el tipo que en su momento teniendo un coche normal,
se le ocurre ponerle un alerón. Fue visionario. Esto solo es el alerón que
le faltaba a los refranes:
“Perro ladrador, poco mordedor” Sé a ciencia experimental de que
está equivocado.
Por ello mejoramos: “Perro ladrador poco mordedor, siempre que
tenga un bozal en su buzón”
“A caballo regalado no le mires el dentado” Viene a decirnos que
a lo regalado no le pongas pegas. Un Refrán embarazoso cuanto menos.
Por ello mejoramos: “A caballo regalado no le mires el dentado,
pide el ticket y sonríe desgraciado”
“Cuando uno no quiere dos no se pelean” Erradísimo.
Mejoramos: “Cuando uno no quiere dos no se pelean, a menos que
sea tu novia con la regla”
Seguiré desnivelando el saber popular.