Debido
a la presión social constituido solamente por un comentario de: “¡Me he quedado
con ganas de más!” Me he dignado a realizar la segunda parte.
Porque
si.
No
me gustan la segundas partes de nada. Pero al releer lo escrito, creo que no
quedó claro algo.
No
quiero que parezca que no me gusta “Whatsapp”
Me
gusta.
Todo
lo que se puede querer a algo que no tiene sentimientos, claro.
Y
en realidad es una aplicación interesante, ya que:
-
Puedes
escribir con la gente para montar planes.
-
Hacer
grupos de lo que sea, y que se acabe hablando de chorradas.
-
E
incluso hay quien me ha defendido que: “¡Macho! Puedes hablar gratis con la
gente que hace mucho tiempo que no hablas”
Al
tipo que me dijo esto ya no le hablo. Ni por el “Whatsapp”.
Porque
si hay a alguien que hace mucho tiempo que no le hablo, es por algo, y tengo
mis motivos. No usaría una aplicación para romper mi silencio.
Pero
hay algo que dijo que si era verdad, “gratis”. Gratis es una palabra que no
puedes quitarle la cara. La oyes e instintivamente quieres saber de que se
trata.
Porque
aunque ese gratis sea un cuenco de caca, siempre pegas la oreja para saber si
el regalo incorpora también el cuenco.
Somos
así.
Y
en nuestra complexión queda usar hasta reventar cualquier cosa que sea gratis.
Aunque te hayan avisado que puedas perder el dedo meñique de la mano izquierda.
Lo sabes. Pero es gratis.