miércoles, 13 de junio de 2012

UN DÍA POR MÁLAGA


“Regresión económica”. “Intervención económica”.

Mi economía personal se parece muy mucho a la que sufre el país. Cuesta ahorrar, cuesta salir a tomar algo, cuesta elegir la superficie donde gastarte los pocos euros que con cuenta gotas acaban en el bolsillo. Pero me obligo, acabo enganchando buena compañía y salgo. Con normalidad es un lugar cómodo, que no voy por su gastronomía, sino que con una cerveza bien fría entra cualquier cosa.

El lugar elegido se situa justo verticalmente al sol, y el calor un plato obligatorio. Bien por mi miedo a las grandes multitudes, bien porque en su interior no hay descanso para el silencio, nos situamos en el horno de la terraza. Todo circula con normalidad; cervecita, buena conversación, buena compañía. Idílico. Quitando el detalle de la sensación térmica de estar en la sauna de Lucifer. Pero entonces, y tan rápido como cuando alguien te tira un puñal al corazón, llegaron “ellos”;

Una manada de dos adultos y tres niños, eligieron la cercanía de nuestra mesa porque en su instinto esta el dar por el culo como primera regla. Gritos junto a peleas de papeles en canutos, seguido de peleas de comida con más gritos, subidos en la mesa descalzos jugando al “tú la llevas” con más y más gritos. Los padres ausentes como quien ve una pelea de gladiadores, esperando a torcer el dedo para determinar qué hacer con el vencedor.

Pago y me voy.



No creo que nuestra prioridad sea solucionar la crisis, sino mejorar la educación de este puto país. Así seguramente salga más a gastar mi poco dinero.