“Regresión económica”. “Intervención económica”.
Mi economía personal se parece muy mucho a la que sufre el país.
Cuesta ahorrar, cuesta salir a tomar algo, cuesta elegir la superficie donde
gastarte los pocos euros que con cuenta gotas acaban en el bolsillo. Pero me
obligo, acabo enganchando buena compañía y salgo. Con normalidad es un lugar
cómodo, que no voy por su gastronomía, sino que con una cerveza bien fría entra
cualquier cosa.
El lugar elegido se situa justo verticalmente al sol, y el
calor un plato obligatorio. Bien por mi miedo a las grandes multitudes, bien
porque en su interior no hay descanso para el silencio, nos situamos en el
horno de la terraza. Todo circula con normalidad; cervecita, buena conversación,
buena compañía. Idílico. Quitando el detalle de la sensación térmica de estar
en la sauna de Lucifer. Pero entonces, y tan rápido como cuando alguien te tira
un puñal al corazón, llegaron “ellos”;
Una manada de dos adultos y tres niños, eligieron la
cercanía de nuestra mesa porque en su instinto esta el dar por el culo como
primera regla. Gritos junto a peleas de papeles en canutos, seguido de peleas
de comida con más gritos, subidos en la mesa descalzos jugando al “tú la llevas”
con más y más gritos. Los padres ausentes como quien ve una pelea de
gladiadores, esperando a torcer el dedo para determinar qué hacer con el
vencedor.
Pago y me voy.
No creo que nuestra prioridad sea solucionar la crisis, sino
mejorar la educación de este puto país. Así seguramente salga más a gastar mi
poco dinero.