Se me presenta en una revista el juguete que lo está petando actualmente en todo el mundo. Son los llamados”Reborn Babies” (o bebés renacidos). Voy a explicar lo que son.
Se supone que tú, siendo padre o madre, entregas la foto de tu hijo (normalmente suelen ser niños por cualquier circunstancia han fallecido) a una compañía de juguetes, que se encarga de crear un muñeco lo más parecido a tu hijo, con un hiperrealismo de cojones; incorporan pelo de mohair, uñas, venas y hasta un poco de baba en la comisura de los labios.
La cuestión que me asalta es la siguiente: partiendo de la base, y en este campo no se aceptan negativas, de que todos los recién nacidos son muy feos, parecidos a personas mayores pero de pequeño tamaño y con la cara hinchadísima, ¿quién, en su sano juicio, quiere ver a su bebé renacido en un muñeco? ¿Cómo algo tan crudo, puede convertirse en la última tendencia muñequil?
Ya me veo las conversaciones del mañana;
- María, aquí tienes tu regalo
- ¿Aquel que llevas dos semanas advirtiéndome?
- El mismo, cariño. ¡Ábrelo!
- … Pero… ¿Qué es?... ¿Un muñeco al que se le cae baba?
- ¡No, mujer!, es nuestro hijo.
- Ramón, nuestro hijo falleció, esto es un muñeco.
- ¿No te hace ilusión? Joder, que tiene la misma cara.
- Ya sabía yo que desde que me regalaste aquel cenicero de una mano de gorila disecada, la cosa no iba bien.
- Pues es el último grito en las tiendas de muñecos…
- Ramón, cariño, no me extraña que sea el último grito.
Pronto hablaré de una crema para el cuerpo que hace milagros. Tú la compras, te la echas y no pasa nada. El milagro es que te creas que sí.