lunes, 13 de diciembre de 2010

DEDICADO A...

Esto va dirigido a todos aquellos hombres que por su fortuita casualidad e inestimable suerte, han experimentado la inconfundible situación, de tener novia.


Porque sobre relaciones entre un hombre y una mujer está todo escrito, pero yo diría, y afirmaría en positivo, que existe un tema realmente contencioso y que llevaría a las personas a plantearse el tener pareja, e incluso si merecen vivir.

Me refiero concretamente a los pies fríos de tu concubina. A esos muñones-congelador que dicen llamarles pies. Porque por una cuestión todavía no estudiada científicamente, los apéndices plantares de tu señora son el arma más mortal que Satán, Hitler y Bin Laden juntos pudieran crear. Me pongo en situación;

Tú, que te acabas de pegar una ducha de treinta minutos después de pasar un día frio, que solamente te apetece, después de tan anti sórdida hazaña, chorrearte en tu majestuosa cama y sentir ese aterciopelado y soporífero tacto. Ignoras en qué brevedad de tiempo, ese sentimiento placentero se fuga como lo harían unas hojas caducas en el ojo de un huracán.

Ya que en el momento menos, menos, menos esperado, tu media naranja, deslizara su terrible base plantígrada hacia ti, dejándolo situado en tu despavorido cuerpo. Él, atónito a tal espectáculo macabro, sentirá como si lo metieran en un congelador olvidado en mitad del antártico, en plena ventisca gélida.

¿Y esto se podría evitar?

Pues yo que desde mi humilde investigación casera y amater, os recomiendo las siguientes soluciones;

- Amputación de las extremidades a tu mujer.

- Cauterización de nuestros nervios a nivel espinal.

- Radiación craneal para modificar nuestro centro de control de la temperatura.

- Hacerse Gay.

- Pegarte a lamparazos con ella.

Entre todas estas opciones yo he elegido sucumbir y joderme, no sin antes escribir sobre ello. Espero ser de ayuda desde mi más sincera, pero congelada alma.






P.D: Este texto está exento de dedicatorias para no herir los sentimientos de Laura.