domingo, 16 de marzo de 2014

TQ




Realmente, y para el que no lo sabía, uso los domingos para escribir. Hoy, como domingo que es, quiero hablaros de algo que para mi gusto se ha ido a la mierda.

Hablo del momento que alguien se le ocurrió sustituir el “te quiero” por “tq”. Claro que sí. Esto desencadenó un tsunami de escritura acortada. Para ahorrar claro. Más rápido.

Pero de entre todas las palabras acortadas, sustituir “te quiero” por “tq”, es la que menos entiendo. Supongo que es porque te hace perder demasiado tiempo…

Podría llegar a entender que si para expresar el sentimiento de querer a alguien tardásemos una hora, comprendo la sustitución.

No me parecería sano meterte en la cama, y saber que te queda una hora por delante para decirle a tu pareja “te quiero”. Porque a lo mejor tú no estás muy cansado y no te importa estar una hora diciendo la palabra, pero si la otra persona está agobiada, no es justo que tenga que esperar una hora antes de cerrar los ojos. En ese caso, simplificar la palabra no me parecería algo absurdo.

Pero sinceramente no entiendo el ahorro en algo tan rápido de escribir. Y ahora ese sistema de ahorrarse tiempo escribiendo se ha ido aplicando a más palabras. Y poco a poco, los que escribían todas las letras de las palabras se han convertido en una especie en extinción.

Un bicho raro.

Pero claro, antes de que llegase el día que te manden “te quiero” y no sepas qué significa, van los móviles e inventan el corrector.

Si, el corrector es un coñazo…

Pero piensas en la lucha perdida que tiene por delante, como un guerrero que intenta que no se pierda el lenguaje escrito. Todo por nosotros y por nuestro tiempo. Por ayudarnos sin pedir nada a cambio. Un Todopoderoso.
Yo aun así, odio al corrector. No lo soporto porque no sé cómo funciona. Me corrige lo que le da la gana. Me hace quedar mal. Lo he quitado.

Pero intentar entenderme. Yo tengo a mi propia correctora. Si, de carne y hueso, y me corrige mi atrofiada escritura. A esta correctora tampoco la entiendo. Me corrige lo que le da la gana. Pero no puedo quitarla, porque la quiero.

Como os dije antes, uso los domingos para escribir. Pero sabréis perdonarme las formas esta vez, ya que esto no ha sido pasado por ninguna correctora.