Dicen, y afirmo en positivo, que cuando me ducho y me repeino, me parezco a mi padre. Esto me ha hecho pensar(1)…
¿Exactamente a quién intentamos parecernos?
¿Quién queremos ser exactamente?
¿Quiénes somos en realidad?
No dejo de ver y oír cómo las personas pasan por quirófano para arreglarse físicamente, con la intención de verse mejor, más y siempre joven. Con esta idea me surgen varias hipótesis:
- Es el señor Sociedad, el que nos infesta el encéfalo de ideas de perfección para crear un ejército de personas pluscuamperfectas, tan sólo para echarse unas risas al ver su poder de manipulación.
- Es acaso una tendencia subconsciente católica de querernos parecer a un ser superior, estando nosotros hechos a su imagen y semejanza, y por tanto este Dios, el ser más operado jamás visto.
Esta idea me sigue macerando las entrañas, y me hace saltar de un escombro mental a otro. Pero me quedo con una cosa clara: somos aquello que no queremos cambiar.
Y como bien repite mi progenitor: “Benditos aquellos que a los suyos se parecen”.
Amén.
Pensar(1): Para aquellos anarquistas que ya están pensando “joder, otra teoría de mierda sobre la vida” les respondo aquí mismo: ¿quién manda en este blog?, pues ahí está. Bien escrito y más arriba, con letras blancas y grandes.