domingo, 17 de agosto de 2008

Una trágica experiencia.

Porque pudo pasar de otra manera pero esto fue lo que pasó:

Un viernes de julio entra como enfermo un Husky (no me acuerdo del nombre, aunque podría inventármelo no lo hago, ese perro me infunde mucho respeto), los dueños estaban de viaje y los responsables eran unos familiares. El aspecto del animal me llamó mucho la atención, y le hice una foto. En la clínica, tras inspeccionarlo, únicamente le dimos tratamiento paliativo (es decir, te mueres e intentan que sea lo menos doloroso). Yo no esperaba que durase mas que unas horas, así que me fui el viernes tan tranquilo sin saber lo que iba a pasar.
Cuando llegue el lunes, el aspecto del perro era mucho peor, el problema cardiorrespiratorio se había agravado, pero esto no me sorprendía. ¡¡Ese maldito husky seguía vivo!!
Ninguno dábamos crédito, pero como suele pasar no le dimos mucha importancia “Que perro más luchador” y a otra cosa mariposa.
Sobre las 11 de la mañana del mismo lunes, vinieron a ver al perro los dueños. Que según pude escuchar venían de las islas Canarias de viaje. Únicamente venían a firmar la autorización de eutanasiar al perro, pero acabaron por ir a visitar al “luchador” (este no es su nombre, es un apodo que le he puesto).
No recuerdo exactamente cuanto tiempo pasó, pero no mucho. Tenía cita para ser dormido para siempre sobre la una del mismo día. Como lunes que era, estábamos hasta los topes de trabajar, por ello que no se hiciera de inmediato. Pero el “luchador” se adelantó. ¿Por qué no duró unos minutos más?
Pues porque o bien;
· No quería morir eutanasiado.
· Fue una coincidencia fisiológica.
· Estaba viendo cuanto aguantaba, como un reto personal.
· Únicamente estaba esperando, luchando con todas sus fuerzas para poder ver por última vez a sus dueños, antes de morir...



No lo sé. Aunque sinceramente, y tal como pasó, ese animal me dió una experiencia única.